El metiche de marras

Tuesday, August 21, 2007

De Morelos a Tlaxcala

Llegaron seis poetas, de los cuales, como es de esperarse, hubo buenas críticas y una serie de trabajos disímbolos.
Digamos que por parte de ellos no hubo mayor problema y menor sorpresa. No puedo decir lo mismo por parte de los escritores tlaxcaltecas, los que brillaron por su ausencia en un evento que puede dejar ver, a ojos externos, lo mal organizados que estamos, a pesar de las ínfulas de Enrique.
Se dejaron ver varias cosas, como la nula convocatoria que hubo, la falta de compromiso de los que a su vez y en su momento, irán a poner en evidencia las letras tlaxcaltecas. Un ejemplo: Uno de los visitantes, después de las presentaciones, preguntó si éramos nosotros los que iríamos a Cuernavaca en octubre. Enrique respondió que no, que ninguno de los que estábamos presentes era el elegido, que los que estaban programados no habían llegado. Al día siguiente tampoco estuvieron, excepto Efrén, por un momento en el taller matutino, y Perla Karina y Yassir por la tarde. de ahí, los demás brillaron por su ausencia.
Y ya que hablo de ausencias, la más perjudicial fue la ausencia de publicidad al respecto. A estas alturas no basta un correo electrónico enviado la tarde anterior a una raquítica lista de receptores, de los cuales un diminuto porcentaje hizo eco.
el resto de las cosas que vi, como me hacen encabronar, mejor dejo que se asienten y luego las consigno.

saludos a todos.

Thursday, August 09, 2007

El rock en Tlaxcala

¿Qué es esa cosa mimética que a cada uno de los implicados concierne de muy distintas maneras?
Hace años pensaba constantemente sobre quién podría ostentarse con mayor certeza como roquero: aquel que en las calles hacía de ese maldito ritmo su modo de responder a las miradas de suspicacia que la gente le dedicaba, o aquel que, con la vida más ligera, podía comprar puntualmente los discos más recientes de los diversos subgéneros que conforman el rock.
De igual manera, escuchaba a aquellos que, haciendo caso a sus pasiones se ostentaban como más gruesos que el de junto en materia rocanrolera, al tiempo que demeritaban a otros con menor convicción o menores aventuras.
Pensaba si el roquero era aquel compañero de clases de tercero de primaria, miembro de una pandilla de barrio, o aquel que, siempre las manos en las bolsas, regresaba a sentarse junto a su padre a escuchar con tranquilidad discos de The Beatles y el resto de la ola inglesa.
Quien que haciendo gala de medios, organizaba tocadas, o aquel que, enarbolando nihilismo, se madreaba a todo aquel que no llevara facha punk.
El roquero en tlaxcala está en todos lados: en la tocada, en su cuarto, en su oficina, en una cabina de radio, en la tienda de discos, en un cuarto de ensayo, en una banqueta llegándole a la chela o al chemo. en el salón de clases y el aula universitaria, en una redacción de revista literaria underground o en el baño hojeando una reva porno.
Metido en las maquinitas o en la fábrica. Dentro de una botarga, de un traje o de un uniforme.
está en las nubes o cultivando su intelecto. Tomando capuccinos o pulque.
Está en cualquier lado, repito...
excepto en un libro de reciente aparición llamado: El rock en Tlaxcala.