Cuando era niño, en la casa de mi abuela no teníamos más que
un radio de transistores que compró a un vendedor ambulante. Era una cajita de triplay forrada en azul con su correa, creo que habían sido como muy de moda entre los chavos
hippies por el asunto de ser portátil. En ese radio mi abuela escuchaba La
Poblanita, y se me quedó grabado el nombre de un locutor: Otoniel Mendoza.
Bueno, lo que quería contar es que cuando visitaba la casa de mi tío Primo, su
hijo José Luis era como mi modelo a seguir. Se hacía copete, se dejaba una
coleta que le llegaba a media espalda aunque el resto del cabello lo traía bien
rasurado. Bueno, entonces, Armando tenía entre
su costal de chácharas una grabadora en la que yo sabía que se ponían
cassettes. Yo hasta entonces no había tenido oportunidad de escuchar música a
mi antojo cuando y en donde quisiera. El radio era de mi abuela, ella escuchaba
música regional y a mí me gustaba el rock. El caso es que le pedí prestada su
grabadora a Armando y después de un rato aceptó. Salí de esa casa ya oscureciendo.
Me fui caminando a mi casa con la grabadora bajo el brazo muy emocionado,
sintiéndome como esos pandilleros que veía en las películas y en los videos de Video Rock, un programa del canal cinco donde conocí el heavy metal, con mi grabadora a todo volumen, agitando la cabeza mientras las
luces de los postes iluminaban de manera sesgada la calle y sus banquetas. Iba
jugando con los botones, abriendo y cerrando el compartimento donde se ponían
los cassetes, hasta que, casi llegando a mi casa, caí en la cuenta de que no
tenía ni el cable de corriente, ni cassettes ni pilas ni nada que hiciera
posible escuchar música en esa grabadora. Me la habían prestado para nada. Pero
aun así, seguí andando el resto del camino. Después de todo, ¡tenía para mí una
grabadora! Algunas semanas después, cuando la tuve que regresar, la devolví con
un botón menos, abierta, sin tornillos y con la compuerta de los cassetes
quebrada. Digo, algo tuve que hacer con ella, y como no tenía manera de usarla
como se debe usar, me dediqué a desbaratarla.