que siempre es mucho; la mayoría de temas nos llegan a parecer comentables, aunque los tales acaben siendo lamentables.
Será por eso que prefiero alzar los hombros cuando me preguntan qué onda con los emos, el petroleo, el PRD, el sindicato y los últimos conciertos.
Y es que de cada cosa que se me viene a la mente, con el paso de los días aquella inicial opinión se va bifurcando, agarrando nuevos caminos y en una de esas, y en unos de esos, he acabado por decantarme por salidas menos oeterodoxas.
Y como a muchos de los que fungen de mis interlocutores circunstanciales no les caería la nota, pues mejor no digo nada.
Porque, ultimadamente, ¿quien le hace caso a las opiniones de los demás? el mundo es un entrecruzar de opiniones sin más objetivo que participar en la bola sin los riesgos que implica la acción. Todos somos capaces de hablar, de hacer saber al de junto que tenemos una mejor solución que Calderón, que Hugo Sánchez, que AMLO, que Héctor Ortiz. Pero que nadie ose retomar mi idea, no sea la de malas y en realidad acabe por desmadrar las cosas. Y en esa consigna vamos de sabihondos por la vida, sabiendo en nuestro fuero íntimo que seguramente nosotros y no otros tenemos la neta agarrada del pescuezo.
Bueno, pero como en mi caso ni mis calcetines puedo acomodar satisfactoriamente, mejor no contesto a pregunta alguna, a menos que sea sobre lo que el mesero me traerá.
por lo tanto, ¡salud! Ahora que la tenemos.
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