El metiche de marras

Wednesday, January 30, 2008

Hay veces en que hacen falta...

...ecos de canciones que nutran la nostalgia.
La inevitable sensación de que sin letra estarían mejor ciertos trazos de guitarras, compases de baterías, voces que aullan, coros que acompañan sensaciones gloriosas.
Si todo lo que escucho durante el día se combinara, quizá acabaría encontrando el soundtrack perfecto para el rodaje de mi vida en el escenario cotidiano.
Pero siempre habrá quien se empeñe en destrozar las emociones que genera la música poniéndole letras pendejas.
Y yo que me la pasé seleccionando lo mejor de la música de esta semana en combis, internet, radio y ipods de relativos cuates.
Llegó a valerme madres que fueran Heavys épicos, banales pops radiales, combativos hardcores, megalómanos reggetones o corajudos corridos.
Lo importante fue ubicar la dispersa identidad de esta cosa que me está carcomiendo y que ya no llenan los hipócritas caminos y los personajes que a cada rato ofrecen aventón.
Pinches carreteras a la perdición convenenciera.
Pinches Cadillacs negros y pulidos.
Pinches camionetas rojas retacadas de mariguana.
pinches chevrolets oxidados que transportan mi dolor.
pinches lotes de autos usados/robados que se ofrecen al mejor postor cual putas fugas de espacio-tiempo.
pinches opinadores, pinches todos, pinches ganas de estar chingando la madre, de cagar el palo, de entrometerse en lo que yo quiero sentir/saber/gritar/hacer.
Ah, la de veces que ha de suceder a partir de ahora...
Otra canción sin letra por favor.

Monday, January 21, 2008

A la caza

Atrapando pesos para alimentarme.
Capturando discos para actualizarme.
Afianzando proyectos para ocuparme.
Aprendiendo nahuatl para Estación Xochipitzahuac
Amarrando contactos para publicar tres libros.
Convenciendo gente para hacerles trabajos de diseño gráfico.
Colocando mesas para que los niños de la vecindad pinten lo que gusten pintar.
Levantándome de madrugada para escribir ideas para nuevos cuentos.
Hablando a una veintena de estudiantes de secundaria acerca de lo maravilloso del arte.
Revisando por aquí y por allá para tener la croqueta con qué nutrir a ese flaco fanzine llamado El Perro.

A la caza de lectores, de nuevos amigos, de conversaciones agradables, de sabores estimulantes, de aventuras sencillas que no me compliquen el amor ya comprometido, de texturas que proporcionen al tacto y a la vista mayores satisfacciones.

Cazo de todo, ropavejero de oportunidades.
pescador sin crueles garfios, sin sedal y sin estrategias. Cazo como camino: a la deriva y sin plan determinado.
Así cazo y casos como este son escasos.
Eso creo.

Salud camaradas!!!

Friday, January 18, 2008

muertes, resurrecciones y zombies

Se murió uno de los hombres que en su momento y con su obra contribuyeron a que me enganchara en el Rock; cosa que las vacas sagradas tipo Pink Floyd o The Beatles no lograban en mi niñez.
Kevin Dubrow sería todo lo maleta y arribista y mediocre que quisieran, pero en 1983 fue el único que hizo, con sus gritos y su imagen, que entrara al mundo del heavy.
Lo malo del asunto es que su muerte viene a ser de los más absurda y anodina y chafa. Antaño, morirse de una sobredosis era entrar al olimpo del Rock'n'roll. Ahora, es una verdadera pendejada; y más si se tienen 52 años y tu banda hace lustros que no es tocada ni en las radios de tu país en la sección de recuerdos.
Pero aún así: !Viva Quiet Riot!
Por otra parte, uno de esos animales que andaban las calles sin tantos aspavientos y sin más intención que simplemente vivir, acaba de encontrarse ante un espejo tipo Tezcatlipoca. El Perro fanzine peregrino resucita, y lo hace con toda su carga de huesos roidos y fotocopiados; faltaba más.
Ya se lo encontrarán por una de esas calles una y otra vez acribilladas por un presunto modernizaje urbano, cómplice de jugosos negocios por parte de nuestras autoridades.
y finalmente, encontré una horda de zombis que creí definitivamente sepultados muy a mi pesar.
Encontrarme nuevamente, hace unas semanas, en sendas tocadas barriobajeras me hizo saber que finalmente, el gusano no ha muerto, se enroscaba pernicioso a la espera de seguir fagocitando las entrañas harto podridas de ciudades periféricas a Tlaxcala.
Ahí estaba, muevamente en mi ambiente; hijo pródigo de un sonido subterraneo recibiendo la bienvenida de los que no han salido, ni quieren hacerlo, de la cloaca.
¡Hermanos roqueros, para ustedes será el privilegio de mi zombificación!