El metiche de marras

Tuesday, October 25, 2011

Educación sin exclusión

Yo, por mi parte, sigo dentro de este proyecto en el que por lo menos doscientos maestros están siendo capacitados por un equipo multidisciplinario que pretende modificar el orden de las cosas en la escuela tradicional. Lo que me asusta un poco es que yo no he hecho todo lo que ellos, y sin embargo, a cada tanto me veo colocado en el estrado ofreciendo análisis, reflexiones y puntualizando las partes débiles de sus propuestas. A veces (ya sabes como soy) me pregunto si más que una ayuda seré un lastre para lo que el proyecto quiere lograr. Es decir, Yo no soy maestro, no soy académico, no me he pasado todos esos años conociendo teorías, pedagogías y adquiriendo títulos y diplomados y maestrías y todo eso. Todavía me sorprenden muchas cosas que para otros son tan normales. Pienso entonces que así de mala debe andar la educación en mi estado que incluos alguien como yo es tomado como opinador con derecho de voto. Si lo piensas, es algo loco.

Friday, May 20, 2011

Ya es septiembre

Y con el ingreso de este mes se nos viene encima, con mayor demencia, todo el aparato oficial para hacernos entender (malditos necios) que somos tan privilegiados por llevar doscientos años libres, que para qué debemos ponernos a reflexionar en torno a que:
1) En pleno bicentenario de nuestra "independencia" de la corona española, en pleno zócalo capitalino había miles de MEXICANOS vitoreando a ESPAÑA, , por ser la CAMPEONA del mundo.
2) Somos una nación libre, independiente y soberana, que en plena celabración del 16 de septiembre, habra 16 contingentes militares extranjeros marchando en la Ciudad de México.
3) Somos tan independientes que anuncian la imposibilidad de reducir los impuestos, cuando apenas hace un año los subieron contra la voluntad de todos.

Wednesday, May 18, 2011

Entrenados en la mentira

Cómodamente instalado en el observatorio de las fechas, el día de las madres me sorprende con su andanada de hipocresías, de regalos absurdos y de juramentos y promesas y todo eso que reconcilia por el resto del año a los muy valemadristas vástagos de aquellas.

Luego veo la oferta: Pájaros de totomoxtle, flores de plumas, flores de papel, animales de flores, animales de peluche. Pura cosa falsa, que sustituye a la auténtica. No veo animales que sean realmente animales, flores que sean simplemente flores, pájaros dueños de sus plumas. No, parece que entre más falsa sea la cosa tendrá mejor recepción. Así sea el detallito o la intención, el abrazo o la promesa. Todo, todo se ostenta como falso. Y a las madres, qué les queda, ellas mismas están dispuestas a aceptar la evidente falsedad.
Siguiendo con el ámbito de las madres: hay detergentes que contienen jugo de limón auténtico, mientras los jugos envasados tienen saborizantes artificiales. Pantalones envejecidos en una planta en Camboya se venden a altísimos precios, mientras un pantalón envejecido por el uso es vilmente menospreciado. Tintes para el pelo, cremas antiarrugas. Veo a la salida de las escuelas donde se hacen los festivales para aquellas, niños que engullen una monstruosa cantidad de sabores artificiales poco menos que insufribles, pero tercamente renuentes a comerse un natural rábano o una lechuga.
Fachadas de casas cuya mampostería que simula ladrillo escarapelado es elegante, pero una pared sin revocar es poco menos que una pocilga. Etiquetas que simulan balas o destrozos en un auto se ven de poca, pero un auto balaceado o abollado es horrible. Las tiendas de regalos y de muebles rústicos son cool, pero una casa pobre, con mecates y tablas y troncos para sentarse no es tan linda.
En ese poderoso juego de seducción establecido entre una mujer y un hombre, es éste el que despliega toda una gama de frases conmovedoras, poetiza sus deseos, disfraza con elegante fraseo su muy simple ansiedad de acoplarse sexualmente con ella. Muy en el fondo la mujer sabe cuáles son sus verdaderas intenciones, y aunque quizá intuya que aquel está mintiendo, prefiere esas mentiras a la simple aceptación directa de sus mutuos y efímeros deseos.
Recuerdo un cuento medieval donde a una comarca llega un juglar ofreciendo el espectáculo de imitar el gruñido de un cerdo. La gente se coloca a su alrededor mientras éste se envuelve en la capa con el brazo derecho haciendo un hueco, como su ahí cargara al animal. A una petición de silencio, el hombre oculta la cara entre la capa y la gente puede escuchar sorprendida el gruñido de un cochino. Al retirar la capa y mostrar que ahí abajo no hay nada, todos prorrumpen en aplausos. En una de esas ocasiones, un granjero se acerca y sin dejarse impresionar, le asegura al profesional que él puede hacerlo mucho mejor y lo reta, ante la burla de los circundantes. Al día siguiente se ven las caras el imitador profesional y el granjero, el cual lleva puesta la capa. Cuando al imitador le toca su turno, con excesiva teatralidad hace el ademán de cargar el cerdo en brazos y ejecuta el sonido. Nuevamente la gente aplaude rabiosa en tanto insulta al retador, el cual ha estado todo el tiempo con el brazo cubierto por la capa. Cuando a éste le toca el turno y hace el ruido, la gente lo abuchea, declarando que es el imitador y no este pelmazo, el que mejor reproduce la voz del cerdo. Para escarmiento de todos, el granjero se descubre el brazo y demuestra que todo el tiempo ha tenido ahí a un verdadero cerdo, y que lo que escucharon es la voz de un animal de verdad y no la imitada por un hombre.
Rehuimos enfrentar lo grotesco, lo que nos pone en evidencia. Por eso preferimos prestar atención a vanalidades televisivas y de espectáculos mediáticos antes que enfrentar una realidad sangrante, doliente, pesarosa. Amamos lo irreal porque la realidad parece no amarnos. Nos esmeramos negando lo real pero nos evidenciamos inmersos en esa realidad. Ansiamos sustituirlo por algo que se ostente como falso en un afán, quizá, de creer que la miseria cotidiana también es falsa. Pero ahí está. Hasta que la aceptemos sin maquillajes, sin trabas, y sin culpas. Creo que sólo entonces comenzará a desvanecerse para ser, efectivamente, más agradable y mejor llevadera.
Parece que en este asunto de la aceptación de la verdad, pocos estamos dispuestos a soportarla. Quizá sea por eso que la mentira, la falsedad, lo artificial y lo frívolo cunde con total libertad. El día en que la verdad no constituya un escándalo ni una vergüenza, habremos por fin dado ese paso como humanidad del que mucho se habla, tan necesario y a la vez tan pospuesto.

Wednesday, March 30, 2011

Reflexiones sobre la estafa I

Hace algunos meses, en una combi con rumbo a San Martín, una señora sentada junto a mí pidió la parada, se levantó y su hija, que estaba sentada en otro sitio, levantó un billete de doscientos que estaba junto a mí. Titubeó un poco, dudando si era de su mamá o de otra persona. Yo, al notar sus dudas, le dije: es mío; y la niña me lo entregó.
Sabía que ese billete no era mío, pero no sabía si ese mismo billete era de la señora. ¿Quién me garantizaba que no se le había caido a un pasajero antes que ella subiera y que se quedó atorado junto a mi pierna hasta que la niña lo vio? Lo primero que pensé fue en averiguar, hacer toda una encuensta que me demostrara la propiedad indiscutible del billete. Luego pensé: "ni usted ni yo, lo repartimos". Obviamente era imposible, el chofer estaba con el motor encendido y a punto de avanzar. Entonces ahí intervino esa especie de rencor, esa envidia, esa gana de no verme como un pendejo. así que mentí. "es mío" le dije y dejé que se bajara detrás de la señora, que caminaba con pasos cortitos y muy apurada. Todavía hice el simulacro de verificar si mis bolsillos aún resguardaban el resto de mi dinero mientras la niña se quedaba en la banqueta, mirándome, dudando, y aferrada al delantal de su mamá.
Una cuadra más adelante bajé, tratando de justificar con requiebros mentales ese robo al azar.  Poco después me alcanzó un muchacho que venía corriendo. Inmediatamente comprendí que era el buen samaritano que se ofreció a alcanzar al ratero y pedirle amablemente que devolviera el dinero que SABÍA que no era suyo, ya que la señora contaba con ese capital para los gastos de la semana. No había nada que objetar, así que devolví el billete murmurando una disculpa y seguí mi camino, profundamente aliviado y con la certeza de que ese dinero, efectivamente se le había salido de las bolsas del delantal.
Pero al mismo tiempo iba muy incómodo conmigo mismo, pensando en que mi papel había sido el del descorazonado abusivo. Pero para entonces nada que hiciera o dijera me iba a reivindicar, así que aceleré el paso y llegué a la terminal de autobuses, procurando perderme entre las decenas de ignotos pasajeros que seguramente, también venían rumiando alguna estafa que les hubiera sucedido en el transcurso de la mañana.
Estamos acostumbrados a dudar de todo. Esta dinámica de vida a la que nos han venido sometiendo los medios de comunicación, los personajes de la política, los mismos padres y los cuates que insisten hasta convertir en verdad esa máxima mexicana que dicta: El que no tranza no avanza, y si es para la panza aunque te pases de lanza.
Ya no somos de fiar. Ya estamos marcados congénitamente para ser chingones o chingados, sin términos medios, sin dar cauce a un poco de amabilidad y respeto y buenas intenciones, sin sentir que nos están viendo la cara de pendejos.
¿Cómo habrá que hacerle para revertir ese proceso?

Saturday, February 26, 2011

collar de cascabeles

Los niveles de inescrupulosidad de los personajes públicos han alcanzado cotas imposibles. Sí, ya todos sabemos lo desgraciados que son ciertos personajes públicos. Ya sabemos que roban, que mandan a silenciar a sus detractores, que se saltan las trancas de la justicia, que se pitorrean de las leyes, al fin que no se han escrito aún aquellas que les hagan pagar sus fechorías. Ya sabemos todo eso. Pero entonces, si todos lo sabemos, ¿por qué seguimos permitiendo que estos individuos sigan accediendo a los lugares desde donde medran? Mucho influye nuestra dejadez. Mucho nuestro condicionamiento de años y años sistemáticos. Mucho nuestra imposibilidad de contemplar un panorama diferente.
Ya la vieja fábula del cascabel al gato no funciona. Porque todos son tan valentones que le han colgado el cascabel más de una vez. Pero entonces ¿Por qué el gato sigue cometiendo tanta tropelía? Porque de tanto cascabel, nosotros los ratones ya lo consideramos parte natural de su organismo. Y por más escándalo que hagan sus cascabeles, no nos ponemos a resguardo.
Ya la gente sabe, la gente investiga, los medios alternativos nos dan las pruebas, wikileaks nos desmenuza políticas podridas. Y sin embargo no hemos modificado nuestra actitud. Seguimos aportando generaciones de incautos a las filas del sistema corrompido, juventudes afiliadas en masa a viejos partidos, replicando el ejercicio democrático falaz de votar por el diferente color de nuestro yugo.
Ya hemos colgado al gato todos los cascabeles de que disponíamos, y aún así sigue causando estragos entre la población de ratones. El problema no es la cantidad de cascabeles que al gato le hemos colgado. Somos los ratones que nos hemos acostumbrado al tintineo de los cascabeles. Por eso ya no reaccionamos. El gato mientras tanto, ha adquirido un cinismo atroz, pues sabe que con todo y el escándalo que genera su presencia, puede actuar libremente.
Hace falta ahora un recurso más drástico: limarle los dientes, cortarle las uñas.
Y no podemos confiar en nuestros iniciales emisarios. Aquellos que fueron enviados a ponerle el cascabel acabaron por formar parte de su pandilla. Y ahora hay que cuidarse también de ellos. Y esos son los peores, porque andan por el nido con toda su pinta de ratones pero convencidos en que llegarán a convertirse en gatos. Y quizá lo sean, pero en el sentido que le damos a ser gato. Son los gatos del sistema, que con tal de ser, atormentan a sus congéneres: nosotros los ratones comunes. Ahora se requiere una nueva camada de ratones con más valor; ya no paro colgar el cascabel, sino decididos y equipados y respaldados para arrancarle las uñas y los colmillos a ese gato voraz que es el sistema y su política y su economía mundial y su herramienta de corrupción institucionalizada.
¿Quién entonces, será el primer ratón armado para desarmar al gato?

Monday, January 10, 2011

Cerrando ciclos

Hoy es el inicio de mi última semana en este empleo.
Hoy comienzo a replantear mis prioridades en materia de necesidades económicas. Hoy amanecí pensando en que nuevamente he desperdiciado grandes lotes de tiempo en horas nalga inútiles. Por eso, metido en una fría cabina de transporte colectivo, me uise convencer de que aquello que he dejado de realizar es lo que necesito hacer a la de ya para evitar esta sensación de pérdida de tiempo. Si todo sale bien, si logramos el registro de cierto grupo, si me levanto más temnprano, si hago lo que se me ocurre en el preciso momento en que me llega a la mente, si no me distraigo tanto en esta telaraña virtual, a lo mejor este año me resulte más satisfactorio.
En mis últimos ingresos, me he sentido un poco mercenario, enfocado más en el dinero recibido que en lo producido, y peor aún, en la satisfacción a medias.
Por eso, habré de producir lo que me gusta, que como me dijo unavisita reciente, el dinero llegará solo.
¡Bienvenida toma de conciencia!