El metiche de marras

Wednesday, February 27, 2008

Puentes

Es emblemática la pasión del mexicano por los puentes. ¿Que un día feriado cae entre semana? Lo pasamos cerca de un sábado o domingo y así nos la pachangueamos dos días seguidos. ¿Qué el calendario escolar, merced a caprichosas fórmulas, nos marca obligatorias suspensiones? Pues entonces acomodamos todo el mes para que de un jalón nos toquen quince días de vacaciones. Antes era casi de dominio exclusivo de los maestros albañiles el hacer “san lunes”, pero ahora ese poder se ha trasladado directamente al otro extremo de la escala económica, o sea, los que menos trabajan y más ganan: los funcionarios públicos; léase, diputados, burócratas al servicio del estado y jefes de departamento en cualquier área pública y dependencia gubernamental. Claro que el ciudadano medio también hace uso de su derecho al descanso, pero lo hace con cierto decoro y hasta preocupación porque entiende que un día no trabajado es un salario mermado.
En fin.
Pero la cosa esta de los puentes la traigo a cuento porque parece que a últimas fechas en Tlaxcala se vive con verdadero furor el amor por los puentes.
Desde inicios de esta administración, se hizo hincapié en tender puentes hacia el progreso, en estrechar lazos de comunicación y bla bla, bla. Por lo menos en una cosa sí cumplieron: hacer puentes. De diversa índole, puentes peatonales, puentes a desnivel, puentes por aquí y por allá. Puentes en donde ni siquiera hacían falta, puentes nuevos demoliendo puentes que no eran viejos ni inservibles.
Los casos más evidentes fueron los de Chiautempan y Atlihuetzía. En el caso de Atlihuetzía, en un inicio se había dicho que iban a ampliar y elevar el puente que conecta Yauhquemecan con San Matías, vamos, el puente de Atlihuetzía. Pero a media obra se hizo evidente que toda esa demolición, todos esos meses de obra y de molestia a los conductores, derivó en un puente igualito al anterior, ni más grande ni más alto ni más seguro que el anterior. Lo que sí cambió, y sustancialmente ha de haber sido el bolsillo de los concesionarios de la obra, y, para no dejar, uno que otro funcionario de gobierno, por no decir que el gobierno mismo representado por ya sabrán. Sospechosamente, y esto es de dominio público, se hizo por ahí de ciertas elecciones, lo que nos lleva a pensar que el desvío de recursos fue en fajos gordos.
Luego vino el puente a desnivel sobre la carretera Apizaco-Puebla. El puentecito aquel costó algunos milloncitos que a decir de los que saben más que yo, no era para tanto. El absurdo es que de haber hecho todo ese movimiento que hicieron de poner semáforos, distribuidores vehiculares fuera del crucero y las debidas adecuaciones a camellones y banquetas, no habría hecho falta construir ese puente elevado que nos lleva de Tlaxcala a Santa Ana. Ah, pero se me olvida: también se hizo en tiempos de votaciones, por lo tanto, ahí hubo otro desvío de… ¿qué les gusta, la mitad de lo declarado? Y eso que uno de los candidatos era el concesionario de la obra. O sea que tanto a su campaña como al partido oficial les cayó el financiamiento como descolgadito de un puente.
Menos mal que aquel no ganó, lástima que los del azul se metieron en masa al congreso, así ni como auditarlos.
Ahora el que se ve que va para largo es, nuevamente el de Atlihuetzía. El anterior había tenido como pretexto que había que hacerlo transitable para llegar al hospital infantil de Tlaxcala. Pero después de terminado se dieron cuenta que quedó igual y entonces, sabios, vieron que mejor hacemos otro con desniveles y columnotas y toda la cosa. Concluyeron una etapa… y se dieron cuenta que faltaba una segunda. Pero después vieron que a un costado hacía falta carretera y en subsiguiente etapa, de una vez nos chutamos otro carril… y de una vez le ponemos a éste su cacho de puente… ¿Y ya que estamos, si le añadimos por aquí un poco de vuelo al pavimento y hacemos que los coches se columpien… ¿Cómo ves compadre si mejor, ya que le rascamos aquí, nos llevamos por las palas mecánicas ese cachito de cerro que nomás está estorbando? Bueno, al fin que también nos llevamos una lana de más ¿no?
¿No tienen ustedes la impresión de que cada puente construido en Tlaxcala tiene altas dosis de improvisación y de planeación sobre la marcha?
O será que, como en el asunto de los puentes vacacionales, se aprovechan las cercanías con los fines de semana, estén o no las circunstancias favorables.

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