El metiche de marras

Monday, July 16, 2007

Aquí, porque no en otro mejor lado

Y heme aquí, recogiendo migajas, mientras me invento una vida parásita a base de cursitos pendejos en los que me engaño y engaño a otros creyendo que aportamos algo; mientras "las bases duras han alcanzado otro nivel al cual uno nunca será capaz de acceder".
Aquí temiendo a cada instante que mi otro yo descubra el desfalco del que lo he hecho víctima. Suponiendo que, de una u otra manera, algo llegará misericordiosamente a paliar la ausencia del objetivo concreto.
Aquí mirando pasar veladas oportunidades de insertarse a la marea roja que a todos salpimenta y moldea para evitar el sufrimiento existencial.
Aquí, usurpando lugares como quien se sienta en un triciclo creyendo que nadie notará que ha dejado de ser niño.
Aquí, donde cada usuario de estos aparatos navega con fluidez en busca del sucedáneo eficaz para convencerse y convencer a otros de que estamos en el nivel adecuado, mientras allá, en cada casa, la miseria aguarda sin prisas.
Aquí, donde cada acto de asomarse a la ventana confronta los datos alegres que la televisión insiste en diseminar.
Aquí, donde la alegría es más forzada a medida que los escasos motivos de euforia se desinflan; como los equipos de fútbol, como la eterna espera de una justicia equitativa, como la esperanza de que ahora sí, que ya es justo, que se acerca el día en que todo cambie, con que la oportunidad y con que el cambio y con que las hilachas de millones de almas que a cada arrastrar se deja las hebras atoradas en las carreteras mal planeadas y los agujeros que se tragan ciudades enteras mientras por aquí y por allá corren frases rimbombantes.
Aquí, donde cada minuto que pasa, se incrementa mi angustia porque, para colmo, cada uno de esos minutos me costará 10 centavos que multiplicados por media hora no estaré en condiciones de pagar.
Aquí queda pues mi tristeza sin digerir, atorada en mis amígdalas inflamadas desde hace cuatro años y que dieron al traste con mi aguda voz de heavymetalero con siempre frustradas ganas de pararse en un escenario y salpicar de saliva sin cerveza un micrófono cualquiera.
aquí entonces, gritando en silencio porque ya me averguenza proferir el grito que en años anteriores podía verse como ansiedad rebelde y ahora como simple chifladura.
aquí, porque no en otro mejor lado.

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