Hoy amanece el quinto aniversario de lo que mañosamente los medios consideran el peor ataque terrorista contra el mundo. casi tres mil víctimas en el derrumbe de las torres gemelas. A nadie se le ocurre contabilizar las bajas en Irak, los sometidos por la xenofobia en Bali, Londres, Tunez, y barrios de extranjeros en las capitales europeas.
En el zócalo de la ciudad de México se acuerda levantar los plantones para el desfile militar que celebra el 16 de septiembre, como si a estas alturas hubiera algo por lo que valiera la pena celebrar.
La televisión ofrece la panacea perfecta para evitar el bochorno de pertenecer a familias numerosas: "Moderniza a tu abuelita". Increible; ni a mis cuates escritores de literatura chatarra se les habría ocurrido algún absurdo de ese tipo.
Mi cámara está descompuesta y me da miedo llevarla a la tienda a hacer válida la garantía, no encuentro la nota de compra.
Le debo a un aprendiz de rockero unos discos que de ser clásicos, han pasado a ser lastres auditivos.
A mi pareja le han bajado el sueldo en la escuela donde educa infantes y con los restos voy a abonar en la caja de ahorro un préstamo que amenaza retrasarse. Además ha perdido su celular y en el centro de atención me piden hasta huellas digitales para asegurarse de que el equipo estaba debidamente registrado.
Mi emoción por dar clases se opaca ante la falta de electricidad en el salón de clases. He calculado mal mis gastos y ya le debo al presupuesto del taller poco más de mil quinientos pesos.
Cada vez que me decido a bañarme alguna escena inverosimil en películas equis me detiene esperanzándome con un desenlace interesante.
Tengo fantasías acedas con las mujeres que en estos días me han coqueteado. todavía ninguna se ha hecho realidad.
por mi mente pasan, una tras otra, imágenes para posibles trabajos pictóricos que dejo desvanecerse.
No he escrito nada interesante, saboteando posibles cuentos malos o quizá alguno merecedor de un premio ¿Cómo saberlo?
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